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SÉPTIMO DÍA
Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican mi misericordia de modo especial y sumĂ©rgelas en mi misericordia. Estas almas son las que más lamentaron mi pasiĂłn y penetraron más profundamente en mi EspĂritu. Ellas son un reflejo viviente de mi CorazĂłn compasivo. Estas almas resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. DefenderĂ© de modo especial a cada una en la hora de la muerte.
JesĂşs misericordiosĂsimo, cuyo CorazĂłn es el amor mismo, acoge en la morada de tu compasivĂsimo CorazĂłn a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de tu misericordia. Estas almas son fuertes con el poder de Dios mismo. En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en tu misericordia y unidas a ti, ellas cargan sobre sus hombros a toda la humanidad. Estas almas no serán juzgadas severamente, sino que tu misericordia las envolverá en la hora de la muerte.
Padre eterno, mira con misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran tu mayor atributo, es decir, tu misericordia insondable y que están encerradas en el compasivĂsimo CorazĂłn de JesĂşs. Estas almas son un Evangelio viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones desbordantes de gozo cantan a ti, oh AltĂsimo, un cántico de misericordia. Te suplico, oh Dios, muĂ©strales tu misericordia segĂşn la esperanza y la confianza que han puesto en ti. Que se cumpla en ellas la promesa de JesĂşs quien les dijo que: a las almas que veneren esta infinita misericordia mĂa, yo mismo las defenderĂ© como mi gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte.
Coronilla a la Divina Misericordia
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